Hace mucho, mucho tiempo, en la época de la Tarraco romana, el emperador de la ciudad ordenó la construcción de un acueducto para llevar el agua desde el río Francolí hasta la ciudad.
Las obras empezaron, y durante la construcción de éste, un temporal de viento derribo el acueducto.
El maestro constructor de obra, desesperado, dijo que solo el diablo era capaz de construir un acueducto capaz de durar más de mil años.
En ese mismo instante, apareció el mismo diablo, y garantizó que él lo construiría esa misma noche, pero como condición pidió el alma del primero que bebiese del agua que pasase por el acueducto.
Efectivamente el puente estaba construido al día siguiente, pero el diablo no contaba con que el primer que bebió del agua que pasaba por el acueducto seria un asno.
De esa manera, el diablo debió conformarse con el alma del asno y Tarragona tuvo un acueducto de mil años y más, ya que sigue en pie en la actualidad.
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