Las obras empezaron, y durante la construcción de éste, un temporal de viento derribo el acueducto.
El maestro constructor de obra, desesperado, dijo que solo el diablo era capaz de construir un acueducto capaz de durar más de mil años.

Efectivamente el puente estaba construido al día siguiente, pero el diablo no contaba con que el primer que bebió del agua que pasaba por el acueducto seria un asno.
De esa manera, el diablo debió conformarse con el alma del asno y Tarragona tuvo un acueducto de mil años y más, ya que sigue en pie en la actualidad.
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