jueves, 8 de mayo de 2014

Casas Colgadas


Esta leyenda transcurre en las “Casas Colgadas” en la ciudad de Cuenca.

Casas Colgadas, Cuenca
Están formadas por dos casas: “La Casa del Rey” que en la actualidad es el Museo de Arte Abstracto y “La casa de la Sirena” en la actualidad Mesón.
De origen incierto, se tiene constancia de su existencia ya en el siglo XV.


Situémonos durante los tiempos de Pedro I "el Cruel" y la guerra contra y su hermano bastardo, el príncipe Enrique de Trastamara, entre los años 1366 y 1369.

El infante Enrique de Trastámara visitó la ciudad para agradecer a sus gentes el apoyo prestado en sus continuas guerras contra su hermano, el ahora Rey de Castilla Pedro I.  El cortejo avanzó lentamente por las callejuelas del casco antiguo.

Enrique se encaprichó de una joven muy hermosa y envió a sus criados a buscarla para conocerla. Ella era Doña Catalina, hija de familia pobre y su padre la convenció para que accediera a los deseos del príncipe, como medio de que la pobreza abandonara el hogar de la familia.

Puente San Pablo, Cuenca

Al cabo de un tiempo de encuentros, Catalina quedó embarazada.
 
Don Enrique tuvo que partir para continuar con la guerra contra su hermano. Antes decidió dar la orden de que doña Catalina y su futuro hijo quedaran recluidos en la casa que habitaban sin poder abandonarla.
Tras vencer a su hermanastro Pedro I el Cruel,  Enrique es proclamado rey de Castilla y contrae matrimonio con Juana, con la que tiene un hijo, Juan, destinado a ser el futuro rey. Ya había olvidado su anterior amor por doña Catalina y al hijo que dejó con ella, Gonzalo Enríquez.

Casas Colgadas, Cuenca
Pasó el tiempo y el rey temeroso de que se descubriera su secreto, acudió a un hechicero que le pronosticó que su hijo bastardo con Catalina se convertirá en el mayor enemigo de su hijo mayor y heredero, el príncipe Juan, al que le disputará la corona.  Entonces el rey Enrique envía soldados a Cuenca para capturar al niño, que vive con su madre en las Casas Colgadas, en la que hoy se llama Casa de la Sirena.

De nada sirvieron las súplicas y lamentos de Doña Catalina. Los soldados capturaron al niño.

Y cuenta la leyenda que durante muchas semanas se oía a la desconsolada madre llamar a su hijo desde las ventanas que dan a la hoz…Y de cómo, presa de la locura, una noche que no pudieron agarrarla se precipitó al vacío.

Aun así hay quien dice que durante muchos años se siguieron oyendo sus lamentosos “ays” que recordaban al canto triste de una sirena…

Hoz del Huécar, Cuenca

 

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